A diverse community of believers

​Mis Inicios

Nací en un humilde pueblito en Venezuela, siendo el quinto de diez hermanos. Nuestra familia era muy pobre, pero mis padres nos enseñaron valores invaluables: el trabajo, la responsabilidad y la importancia de estudiar, aun cuando los recursos eran casi inexistentes.

A los 12 años, dejé mi hogar para ir a la ciudad de Barquisimeto a estudiar el bachillerato. Vivía con mi hermana mayor, pero en mi corazón crecía una mezcla de frustración y rebeldía. Me dolía ver cómo otros tenían lo que yo no podía alcanzar. Esa carencia material se convirtió en una herida emocional. En casa me volví rebelde; en la escuela, era tímido e inseguro. Aunque sacaba buenas calificaciones y soñaba con ser profesional para ayudar a mi familia, me sentía vacío.

 

El Encuentro con Dios

Desde que tenía 10 años, uno de mis hermanos, Arístides, había aceptado a Cristo y a veces me hablaba de Dios. Al terminar el bachillerato, el deseo de seguir estudiando seguía firme en mí, pero no tenía dinero. Fue entonces cuando Arístides me consiguió un trabajo temporal en una empresa donde los dueños eran cristianos, y ellos me ayudaban y me animaban a estudiar, a confiar, a seguir adelante, por primera vez yo veía una chispa de esperanza; pero seguía con mucha inseguridad en mi vida de lo que tendría para mí el futuro y no sabía cómo seguir adelante.

Un día, en una pequeña reunión en el trabajo, alguien compartió un breve mensaje de la Biblia sobre el amor de Dios y nuestra necesidad de Él. Al final, preguntaron si alguien quería orar para recibir a Cristo. En ese momento, algo despertó dentro de mí. Sentí que esa invitación era para mí. Con humildad y un corazón abierto, levanté mi mano y oré: "Dios, si Tú existes de verdad, yo te recibo. Ayúdame, por favor." Nunca olvidaré lo que sentí después: una paz que nunca antes había experimentado y una alegría profunda que no venía de las circunstancias, sino de lo más íntimo de mi ser.

 

El Propósito en Cristo

Desde ese día, mi vida comenzó a cambiar. Empecé a leer la Biblia, a orar, a buscar a Dios con sinceridad. Poco a poco, mis inseguridades empezaron a disiparse y mi visión del futuro se llenó de esperanza. Me gradué en la universidad con dos carreras, mientras trabajaba y servía como misionero voluntario en la iglesia. Luego obtuve mi licenciatura en Estudios Teológicos. Dios me fue guiando, formándome, preparándome.

Con el tiempo, entendí con claridad mi propósito: glorificar a Dios con mi vida. Él me ha bendecido con una hermosa familia, logros profesionales y, sobre todo, con el llamado al ministerio pastoral. Hoy sigo sirviendo al Señor con pasión y gratitud, porque Él sigue siendo fiel cada día.

 

 

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